El agua es fundamental para la vida, y no hay manera de negarlo, se ha visto que todos los seres vivos, tarde o temprano, la ocupan para metabolizar sus alimentos y desechar materiales tóxicos. Los seres humanos también necesitamos este precioso líquido, pero al parecer lo hemos olvidado, pues la malgastamos y desechamos como si tuviéramos la necesaria para toda la eternidad.
En números, el 97.5% del agua del planeta es salada, y solo el 2.5% restante es apta para el consumo humano, además desde 1950 el consumo del agua se ha incrementado al triple. El 40% de los habitantes del planeta no tiene el agua necesaria para su aseo y se espera que en los próximos 20 años la cantidad de agua disponible para todos descenderá en un 30%, asi que el hecho de pensar en una guerra por agua no se ve muy descabellado.
Pensando en el sentido económico, esto ayudaría a llenar las ya repletas arcas de los inversionistas en desaladoras, purificadoras y tratadoras de agua, empobreciendo cada vez mas a la gente, hasta llegar a un punto crítico, donde los pobres sedientos, podrían levantarse en armas en contra de las autoridades, desatando la guerra.
Esta idea no suena tan descabellada, pues muchos países y organizaciones como la Unicef por ejemplo ya piensan en ella y hacen un llamado global para tratar de prevenirla.
La única solución posible que encuentro hasta el momento es el cuidar el agua, no malgastarla lavando el carro con la manguera, o lavando los trastes con la llave abierta, reutilizar lo más que podamos el vita liquido y exigirle a nuestras autoridades una infraestructura moderna, capaz de cumplir con estos puntos, de lo contrario, lo único que nos queda es ahorrar para pagar los precios excesivos que nos impondrán en un futuro no muy lejano, y prepararnos para una revolución que tal vez acabe con la humanidad.
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